Caín y Abel en el PRI
Por Camelia Muñoz
Saltillo, Coah,- A nadie le dolió tanto que trascendiera lo que todo mundo sabía respecto a la ratificación de Humberto Moreira Valdés como consejero nacional del PRI, que a su hermano a quien le cedió el poder en la gubernatura de Coahuila: Rubén Moreira.
Muchos hubieran esperado que lo dieran de baja por la afectación que les reditúa su sola presencia por los escándalos que no cesan por la deuda estatal y sus relaciones con la delincuencia organizada que siguen bajo lupa en Estados Unidos, y luego de las zancadillas que Humberto le ha dado al priísmo coahuilense simulando su enojo y coqueteando con otros partidos que él mismo engendró.
Y es que la imagen del coahuilense está por los suelos, aunque diga que fue exonerado y muchos bla bla bla; lo cierto es que no está del todo a salvo y la PGR sigue reservando la información de varias indagatorias mientras que el Departamento de Justicia de Estados Unidos puso en manos de autoridades mexicanas un informe de operaciones inusuales en dicho país, a través de varias personas además de su suegra Herminia Martínez de De la Fuente, que debió entregar su grandiosa mansión en Texas, la cual – dicen en Piedras Negras y Monclova – presumía en la alta sociedad como el regalo de su yerno.
Lo curioso es que Humberto se proteja de todas las acusaciones con el resultado de la investigación realizada en gobierno de Felipe Calderón, cuando se dijo desconfiado de todo lo que hacía incluyendo lo relacionado con el homicidio de su hijo José Eduardo Moreira en Ciudad Acuña, además de su histórico pleito con Guillermo Anaya, a quien jamás se atrevió a denunciar penalmente por supuestos lazos con delincuentes.
Pero volvamos al punto de lo que implica para Rubén Moreira que se haya ratificado a su hermano como consejero nacional y que haya trascendido la información.
En medio de la designación de candidatos a los cargos de elección popular y en los cuales Rubén Moreira llevaría mano, pues se le complica el panorama con el cobijo que el priísmo nacional le da a su hermano y que se traduce en poder y confianza en eficiencia. Esto último bajo el significado de mover a la estructura priista, algo que jamás pudo Rubén Moreira ni con el temor al estilo nazi inyectado por David Aguillón y mucho menos la actual líder Verónica Martínez, que viene a ser lo mismo porque a kilómetros se ve que no es ella quien manda en el tricolor y se prestó para el teatro de la equidad y género que monta el priísmo.
Humberto no deja algo a nadie en toma decisiones y si no se hace lo que él dice es capaz de mover su estructura tricolor para otro lado y dejar solo al abanderado priísta y ahí el afectado sería Miguel Ángel Riquelme, pese que a las liderezas integrantes de los COMPPAS les hayan organizado tremendas comilonas y les hayan dado dinero para apoyar al presidente municipal que estuvo presente en muchas de las reuniones, su religión es el
“Moreirismo” pero con la imagen de Humberto, nadie más.
Ahora la guerra entre hermanos es el poder político al interior del partido. No hay mucho qué pensar para saber quién será el ganador.